viernes, 2 de septiembre de 2016

Últimas noticias de mi "Jardín..."

Acabo de recibir mi primer informe de ventas de El jardín de las delicias (Comprar EL JARDÍN DE LAS DELICIAS) y ha llegado la hora de hacer balance...
Pero, antes, me gustaría hacer un poco de historia:

Como ya sabéis los que me seguís habitualmente, en marzo de este mismo año publiqué El jardín de las delicias (Presentación EL JARDÍN DE LAS DELICIAS), un libro-miscelánea en el que recojo la mayor parte de los artículos -algunos son narraciones, la mayoría de opinión- que he ido publicando en la prensa menorquina durante estos últimos años, corregidos y aumentados.
Cuando me decidí publicarlo, lo hice por dos razones. La primera, por "alargar la vida" a unos artículos en cuya redacción había invertido un montón de tiempo, pero que me habían reportado un nulo beneficio económico, ya que ni el Menorca ni el Última Hora Menorca suelen pagar a sus colaboradores (no así a los periodistas y reporteros, claro está). En segundo lugar, para "ampliar su campo de acción", pues los periódicos anteriormente citados son muy leídos en la isla, pero no creo que mucha gente se moleste en echarles un vistazo fuera del ámbito isleño.
Podría haber buscado una editorial comercial que me lo publicara, pero llevo meses enviando copias del manuscrito de Un acto reflejo -la que podría ser mi primera novela policíaca, si es que algún día ve la luz...- de editorial en editorial y, sinceramente, ¡ya estoy harta! Los grandes monstruos del oficio tipo Planeta, Alfaguara o Penguin Random House apenas publican a autores noveles y las editoriales pequeñas no se arriesgan a menos que estén avalados por un premio literario que les asegure un mínimo de ventas (premios que a menudo se asignan por motivos que poco tienen que ver con la valía del título en cuestión, como todos sabemos). Me gustaría poder decir otra cosa pero, hasta el momento, tan sólo he recibido ofertas de editoriales supuestamente serias en las que se te pide que "colabores" en la edición con cantidades siempre por encima de los 3.000 euros... ¿Y qué más?

Cuando decidí publicar El jardín de las delicias, embarazada y con la paciencia bajo mínimos, no me sentía con ganas ni fuerzas de volver a emprender semejante periplo que, con una obra de no-ficción como la que nos ocupa, aún llevaba menos visos de resultar exitoso que en el caso de Un acto reflejo.
Por todo ello decidí hacerlo con megustaescribir, un sello editorial de autopublicación perteneciente a Random Penguin House. La experiencia no es del todo negativa, pero tampoco me está dejando del todo satisfecha. El comercial que me asignaron -una especie de tutor- es encantador, profesional y se desvive por ayudarme. ¡No le ha mandado un solo correo sin que me lo haya contestado de inmediato y lo mejor posible! La editora no está mal, aunque de vez en cuando peca de ingenua e inexperta. Para los maquetadores sólo tengo buenas palabras, así como el diseñador gráfico que tan bien interpretó mis deseos a la hora de diseñar la portada.
El departamento de promoción, sin embargo, se limita a hacer lo que tú mismo podrías hacer en una tarde tonta: es decir, mandar una nota de prensa por correo electrónico a la dirección oficial -es decir, a la que está al alcance de cualquiera que sepa manejar Internet y que, por lo tanto, nadie influyente abre- a los medios de comunicación más trillados. Al no seguir el sistema tradicional de libros en depósito, pocas librerías -chapeau a los compañeros de Llibreria Espai 14, por cierto- se arriesgan a comprarlos. Y el hipotético comprador, al no poder verlos ni olerlos ni manosearlos, tampoco los compra. O sea, la típica pescadilla que se muerde la cola.
Lo mejor, sin duda, es que los libros son estéticamente atractivos y, sobre todo, están distribuidos a través de Amazon, tanto en papel como por correo electrónico, por lo que llegan a todo el mundo, con garantías y en un tiempo récord.

Por eso, seguramente, las ventas son tan bajas que ni siquiera compensan la inversión inicial. En resumen, que la promoción te la tienes que hacer tú, tú y tú solita a través de tus propias y limitadas redes sociales.
¿Vale la pena, en estas condiciones, seguir escribiendo y publicando? ¿O me guardo mis historias para mí?
En otro orden de cosas, ¿alguien tiene ganas de leer Un acto reflejo? Contestadme a través del apartado de comentarios, por favor.