martes, 7 de marzo de 2017

Sant Jordi + Día Internacional del Libro

El Día Internacional del Libro se acerca peligrosamente... alerta, dracs!

En http://www.megustaleer.com/libro/el-jardin-de-las-delicias/ES0150412 o en https://www.amazon.es/dp/B01N63AIS7/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1488876012&sr=8-1&keywords=El+jard%C3%ADn+de+las+delicias+ana+gomila (opción que, probablemente, sea más barata...), encontraréis vuestro ejemplar de El jardín de las delicias, deliciosamente vuestro y en ajardinada espera.

sábado, 4 de marzo de 2017

Entrevista sobre la lectura en el MENORCA (2-3-2017)

A continuación, reproduzco íntegramente la entrevista que concedí al periodista del Menorca Isaac Pons de Rosa con motivo de la publicación de un especial sobre la lectura en el suplemento educativo "Xoc".
Espero que la disfrutéis... ¡Y que decidáis apuntaros a la secta de los ratones de biblioteca!

PERIODISTA: Parece ser que la lectura no es una de las actividades de ocio preferidas de nuestros jóvenes, ¿cómo lo veis sus profesores?
ANA: Según los últimos informes del MEC, más del 97% de la población de nuestro país sabe leer y escribir, y el 3% restante (o menos) está en edad de jubilación, por lo que es muy difícil encontrar a un chaval que no haya sido escolarizado al menos hasta 2º de la ESO.
A pesar de ello, leer sigue siendo una opción de ocio muy poco extendida incluso entre los bachilleres y universitarios… Pero esto no debería sorprendernos: en mi opinión, los jóvenes no leen porque sus mayores, sus modelos de vida, tampoco lo hacen. ¡Qué difícil es hoy en día encontrar a alguien leyendo un libro -impreso o electrónico, qué más da- en la playa o sentado en un banco del parque! Todo el mundo anda trasteando siempre con el móvil, que ameniza cualquier espera y nos mantiene permanentemente conectados a nuestra realidad discontinua, volátil, superficial.
Leer no sólo no está de moda, sino que está considerado como una afición “de friquis”, de gente rara y asocial, que no tiene otra cosa que hacer en la vida. Por eso cuando les afeo a mis alumnos que en Finlandia la media de lectura nacional es de 47 libros al año por habitante mientras que en España no llega ni a diez -cosa que no les da el menor reparo ni les causa la vergüenza alguna- lo primero que se les ocurre decir para justificarlo es que esto sucede porque allí “hace un tiempo asqueroso” y con algo se tienen que entretener… ¡como si los pobres no tuvieran más remedio!
Es algo de lo que ya he hablado en numerosos artículos de mi libro El jardín de las delicias (Narraciones y opiniones), que recoge casi todo lo publicado por mí en la prensa menorquina durante estos últimos años, y que sigo manteniendo a pesar de haber cambiado recientemente de centro educativo y, por tanto, de lo que Azorín llamaba “paisanaje”.
PERIODISTA: ¿Leen más allá de las lecturas obligatorias que les mandáis en el instituto?
ANA: No, nuestros alumnos -salvo unas pocas honrosísimas excepciones- apenas conocen otros libros que no sean los que les mandamos leer en el instituto. A pesar de vivir con y de sus padres, por lo que sus obligaciones más allá de estudiar y hacer los deberes están reducidas al mínimo, sostienen que no tienen tiempo… Para mí que lo dedican a otras cosas más fáciles e inmediatas, como cotillear por WhatsApp o actualizar su perfil en las redes sociales, que son gratificantes a corto plazo, pero poco aportan a su personalidad ni a su formación ni a su futuro.
Y lo mismo sucede, perdón por la insistencia, con los adultos que ven a su alrededor. No hay más que poner el telediario: nuestro país está lleno de cafres ilustrados, con dinero y poder, pero sin criterio para invertirlos en algo de provecho. En mi opinión, se impone un cambio de mentalidad y, por lo tanto, de costumbres. El que lee mucho lee deprisa, aprende rápido y sabe interrelacionarse con la sociedad líquida que nos envuelve. Sin embargo, el que no lo hace… está condenado a repetir una y otra vez los mismos esquemas, como en un videojuego o en una noria.
PERIODISTA: ¿Por qué es tan importante leer?, ¿qué te aporta?
ANA: Leer te permite aprender sin darte cuenta y trazar tu propio itinerario formativo. Es decir que un libro te lleva a otro, como un ramillete de cerezas. Si lees El año del verano que nunca llegó, de William Ospina, por citar una de los novelas que más me han gustado últimamente, es inevitable que te sientas interesado por Frankestein, El vampiro o la obra de lord Byron. ¡Hasta ganas de viajar a Ginebra te entran!
Además, leer desarrolla la capacidad de empatía. Se dice que quien lee mucho vive muchas vidas, y es verdad: eso es exactamente lo que sucede cuanto alcanzas ese estadio, tan frecuente entre los ratones de biblioteca, en el que te identificas totalmente con un texto y acabas horrorizándote con lo que le sucede a sus personajes, llorando sus penas con ellos, enamorándote de su amor.