Independientemente de lo que diga el calendario, se sabe que el verano está tocando a su fin porque en la tele empiezan a aparecer anuncios de coleccionables absurdos. Pero, ¿quién en su sano juicio, por más que los admire, va a querer una reproducción en miniatura del casco de Valentino Rossi o de Jorge Lorenzo? ¿Para qué sirve eso? (Aparte de para acumular polvo.) El mundo está loco, loco, loco...
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