lunes, 26 de agosto de 2013

El final del verano

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Independientemente de lo que diga el calendario, se sabe que el verano está tocando a su fin porque en la tele empiezan a aparecer anuncios de coleccionables absurdos. Pero, ¿quién en su sano juicio, por más que los admire, va a querer una reproducción en miniatura del casco de Valentino Rossi o de Jorge Lorenzo? ¿Para qué sirve eso? (Aparte de para acumular polvo.) El mundo está loco, loco, loco...

domingo, 25 de agosto de 2013

El poder de la belleza

Cuenta Italo Calvino en la segunda de sus Lezioni americane (transcripción de un ciclo de conferencias que dicho escritor italiano sostuvo en la universidad de Harvard durante el curso 1985-86) que Carlomagno, siendo ya anciano, se enamoró apasionadamente de una joven doncella alemana y empezó a descuidar sus deberes como emperador del Sacro Imperio Romano. Cuando la muchacha falleció de modo inesperado, los cortesanos lanzaron un suspiro de alivio, pensando que Carlomagno, tras un breve período de luto, volvería a empuñar el cetro. Pero el emperador hizo transportar a su habitación el cadáver embalsamado de la doncella y pasaba largas horas velándolo entre lágrimas.
El arzobispo Turpín, lugarteniente de Carlomagno, sospechó que la macabra pasión de su emperador era debida a algún hechizo extraordinario y examinó el cadáver de la muchacha alemana con detenimiento. Bajo su lengua muerta, encontró una misteriosa sortija. El arzobispo se la puso para satisfacer su curiosidad y, desde aquel mismo instante, la actitud de Carlomagno cambió por completo: mandó enterrar a la muchacha con un mohín de repugnancia y empezó a dedicarle sus ternezas al obispo. Entonces este, para huir de situación tan embarazosa, lanzó el anillo a las profundas aguas del lago de Constanza. Como resultado de dicha acción, Carlomagno se enamoró perdidamente del lago y jamás quiso volver a separarse de él.
¿Qué se proponía Calvino abriendo su conferencia con semejante historia? ¿Qué conclusiones se pueden extraer de ella? En mi modesta opinión, ninguna. Tan sólo demostrar el poder de la palabra; poner de manifiesto cómo la serena belleza de un relato, a pesar de transcurrir en una época pseudomítica y un lugar remoto para los “harvardianos”, es capaz no sólo de captar la atención de sus oyentes, sino también de suscitar emociones. Me imagino a los jóvenes estudiantes de entonces escuchando embelesados lo que no es más que un cuento evocador. ¿O es más que eso? Quién sabe.

En casi todos mis grupos de alumnos, sobre todo a principios de curso, surge alguno, erigido en improvisado portavoz de sus compañeros, que me pregunta para qué sirve la literatura y por qué razón deberían dedicar sus esfuerzos a estudiarla “si todo el mundo sabe que no sirve para nada”. Curiosamente, nadie ha cuestionado jamás en mis clases la utilidad de profundizar en el estudio de la lengua castellana, a pesar del poco interés inicial del que hacen gala mis queridos alumnos en mejorar su ortografía -¡cuánto mal han hecho los correctores supuestamente intuitivos...!-, ampliar su vocabulario, ya que “Hablar demasiado bien es de friquis y yo no quiero que la gente me margine”, o pulir su dicción (bastante relajada en la mayoría de los casos).
Nada sirve para todo y todo sirve para nada. Es inútil hacer la cama si esta noche volverás a deshacerla, pero también es inútil vivir si al final has de morirte. Es una cuestión de actitud, de querer pasar por la vida como un mueble que otros cambian de sitio cuando les place o les conviene, o decidir disfrutarla plenamente.

La literatura sirve, en primer lugar, para aprender mucho más y más aprisa que viendo la televisión o navegando sin rumbo por Internet. En segundo lugar, pero no menos importante, para divertirse. Obviamente, para eso no vale cualquier libro leído en cualquier momento. Todo tiene su momento y su lugar. Al igual que a ningún cinéfilo obsesivo le gustan todas las películas que se han rodado desde los inicios del séptimo arte, incluso al ratón de biblioteca más enfermizo no le gustan todos los libros que se han escrito desde los albores de la civilización. Yo, que estoy muy cerca de serlo, jamás he logrado acabar el dichoso Ulises de James Joyce -a pesar de que me toca hacer referencia a él todos los años- ni pasar del soporífero primer tomo de En busca del tiempo perdido. Y no pasa nada. No puedes asegurar que no te guste leer porque ningún maestro o profesor de secundaria haya acertado todavía con tus gustos. Todo llegará. O, mejor dicho, llegará sólo si te empleas a fondo en conseguirlo.
Leer desarrolla la sensibilidad y hace que comprendamos mejor la Historia y cualquier otra forma de Arte como la música, la pintura o la arquitectura. No hace falta llegar a emborracharse de belleza como Stendhal en Florencia para disfrutar de un buen libro, para sentir algo parecido al vértigo. Además, ¡te permite viajar a otros lugares, e incluso en el tiempo, completamente gratis! ¿Quién no ha vuelto a la tenebrosa Edad Media con “El monte de las ánimas”, de Gustavo Adolfo Bécquer, se ha sentido intrigado por la bellísima viuda negra de “El clavo”, de Pedro Antonio de Alarcón, o se emocionado con la tosca compasión de Pachizurra en “Las coles del cementerio”, de Pío Baroja?
Leed que os gustará. Con crisis o sin ella, leer sigue siendo fácil, accesible y barato (y no de todas las formas de ocio se puede decir lo mismo...). ¡Que vivan las bibliotecas!

lunes, 19 de agosto de 2013

Ses festes des fiets

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Per a mi, les festes de Gràcia no varen existir fins al setembre de 2005, l'any que el meu marit i jo vàrem venir a viure a Menorca. Els meus pares són tots dos de Maó, però per la feina d'ell només hi veníem a passar els estius. Per altra banda, no són gaire “festivaleros”, així que fins a l'esmentat setembre de 2005 jo només havia assistit a qualque jaleo de rampillada.
Per això, aquell primer any crec que no ens vàrem perdre res, llevat de les completes. Ens acabàvem de traslladar a l'illa amb tota la nostra il·lusió i qualsevol coseta era per a nosaltres una novetat corprenedora. Aquell any va ser el primer -i l'únic- que he estat capaç d'empassar-me un jaleo de dalt fins baix, llançament de botes de vi inclòs (el meu marit en va aconseguir una).

De llavors ençà, ens ho hem près de manera molt més relaxada. De fet, l'any següent record que vaig aprofitar les festes per anar-me'n a Londres! El juliol de 2007 el meu marit i jo ens vàrem convertir en pares per primera vegada. Aquell any vàrem començar a descobrir una altra vessant de les festes de Gràcia, la vessant que a hores d'ara ens agrada més: són les festes dels fillets.
Veure passar els participants a la anada a l'ermita de Gràcia que se celebra el diumenge anterior és tan emocionant per a nosaltres com el primer toc de fabiol. Tampoc no ens perdem cap sortida dels gegants i els caperrots, ens en sabem tots els noms i ballem de valent amb la cobla que els acompanya. Podem veure el pregó per la televisió i passar olímpicament del primer jaleo, però mai no deixarem d'anar a berenar coca bamba amb xocolata a ca uns amics just abans del jaleo dels matins, d'acaronar els cavalls mentre els caixers són a missa, d'entreveure el jaleo sense mai no entrar a la plaça per por que ens aixafin els fillets... que ja són dos!
Però el que més ens agrada és el darrer dia, quan tothom ja està reventat i els al·lotots no s'aixequen del llit. Baixar al port rera els gegants, anar de actuació en actuació, sopar de qualsevol manera i, per acabar, contemplar els focs amb una llagrimeta als ulls. Pels fillets és esgotador, però res no els agrada més que aquest darrer dia de les festes de Gràcia, que és tot pensat per a ells, sense gaires perills ni estretors. Tant de bo no es perdi mai, doncs és així que es comencen a estimar les festes.

domingo, 11 de agosto de 2013

Ideas para viajar desde Menorca por dos duros (es un decir...)

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Viajar desde Menorca es mucho más caro y complicado que hacerlo desde la Península, claro está, pero aun así está al alcance de mucha más gente de la que viaja habitualmente. Obviamente no me refiero a personas con movilidad reducida o que cobran la renta básica de integración, pero sí a (casi) todos los demás: basta “quitárselo de otro sitio”. Quizá no haga falta cambiar de coche tan a menudo -y menos para conducir por Menorca-, tener un smartphone de última generación con prestaciones profesionales que jamás tendremos ocasión de utilizar, comprarles la Wii a niños de cinco años o una televisión ultraplana descomunal más propia de una sala de cine que de un salón doméstico, por ejemplo.
Viajar es interesante, divertido y no hay nada mejor para “desconectar” de todo (y de todos). Viajar, además, es una escuela de tolerancia para individuos de cualquier edad y ayuda a relativizar problemas que, de cerca, parecen irresolubles. Aquí van algunos consejos caseros fruto de mi propia experiencia para viajar de forma más económica y, en consecuencia, poder hacerlo más a menudo.

A la hora de elegir destino
1) Si viajáis en verano, quizá encontréis un vuelo directo que os lleve cómodamente a vuestro destino, pero en temporada baja o media, tendréis que hacer escala en Barcelona, Palma, Madrid o Valencia (por orden de precio). Hacer escala en Palma es más barato que hacerlo en Madrid, pero en invierno Son Sant Joan, a pesar de ser uno de los aeropuertos más concurridos de Europa, conecta con menos vuelos que Barajas.
2) Siempre os costará menos desplazaros por Europa que salir de ella, a no ser que encontréis alguna superoferta de última hora. Los países del Este o del Sur suelen ser más baratos que los del Norte o de Centroeuropa -Italia mejor que Suiza, por ejemplo-, aunque con honrosas excepciones: comer en Berlín es más barato que en muchos enclaves de España.
3) Los cruceros son muy cómodos, no lo dudo, pero se pasa más tiempo a bordo que en tierra firme. Además, los precios de los servicios de restauración son abusivos, por lo que yo personalmente no los recomiendo a menos que estéis muy estresados y/o dispuestos a aprovechar la oferta complementaria (animación de a bordo).
4) Algo parecido sucede con los viajes organizados por las agencias. Si os manejáis por Internet con un mínimo de destreza y no os da miedo viajar sin apoyo logístico, siempre es más barato e interesante organizaros por vuestra cuenta. De hecho, forma parte de la diversión y os obligará a practicar idiomas. Las bibliotecas de la isla gozan de una extensa y completa colección de guías de viaje que pueden ser de gran ayuda.
A la hora de comprar un billete aéreo o de barco
1) Comprar los billetes por adelantado. A ser posible, unos seis meses antes de la supuesta partida.
2) Tirar de low cost: su flota aérea es incómoda por definición y sus horarios poco fiables, pero teniendo en cuenta lo mucho que las antiguas compañía nacionales han rebajado sus estándares de calidad, apenas hay diferencia ya entre unas y otras.
3) Comprar los billetes por Internet dedicando un buen rato a analizar las ofertas de los distintos comparadores de viajes -tipo edreams, para entendernos-, pero sin descuidar las páginas oficiales de las compañías y leyendo SIEMPRE TODA la letra pequeña. ¡Vale la pena no dejarse vencer por la pereza en este caso! No comparéis precios iniciales, que son un timo manifiesto que no debería estar permitido por la Ley, sino precios finales: es decir, los que aparecen justo antes de que nos pidan que introduzcamos la numeración de nuestra tarjeta de crédito una vez sumadas las tasas aeroportuarias, los gastos de gestión, el cargo por maleta, la reserva de asiento... ¡y todo lo que se inventen!
4) Llevar el equipaje más que ajustado, pesado y medido para no tener que pagar recargos inoportunos.
5) Realizar el embarque por Internet el día antes -algunas compañías cobran hasta por embarcar a través del mostrador- si con ello nos puede salir más barato. Si no, no tiene sentido.
6) Si nuestro viaje es al extranjero, pero conlleva una escala aérea nacional, existe la opción de adquirir los dos desplazamientos por separado (por ejemplo, comprar un billete Menorca-Barcelona-Menorca y otro BCN-París-BCN). La ventaja es que en el desplazamiento nacional se nos aplicaría el descuento por residencia, que no es poco. La principal desventaja es que si un primer avión lleva retraso y perdemos la conexión con el segundo, como ambos no están relacionados, dado que los billetes se emitieron por separado, ninguna compañía aérea se hará responsable -en toda justicia- y tendremos que pagar las consecuencias de nuestro propio bolsillo. Otra desventaja es tener que esperar a que salgan las maletas después del primer avión y tener que volver a realizar el embarque para poder coger el segundo, por lo que hay que contar con un mínimo de dos horas de escala para que la jugada nos salga redonda.
7) Tener en cuenta que, además de los vuelos low cost, accesibles desde cualquier buscador, existen también los chárter, que son todavía más baratos, aunque más difíciles de encontrar.
A la hora de elegir alojamiento
1) Una vez más, es necesario comparar ofertas. A partir de tres o cuatro personas, los precios de hoteles y apartamentos se igualan. Siempre que sea posible elegir, es mejor decantarse por esta última opción, que nos permite cocinar in situ y, por lo tanto, ahorrarnos todos los desayunos y alguna que otra cena.
A la hora de desplazarnos
1) Analizar atentamente antes de partir qué sale más barato: si moverse a pie o con los medios de transporte locales (tren, autobús, etc.), que es más ecológico, aunque implique cierto grado de soltura con el idioma nativo y tener que adaptarse a unos horarios preestablecidos, o en coche.
2) Si nos decantamos por esta última opción, siempre sale mucho más económico llevarnos nuestro propio coche. Si eso no es posible, contratar un coche de alquiler con tiempo, por Internet, comparando precios, ajustándolo a nuestras necesidades y leyendo atentamente todas las condiciones de reserva.
4) Si viajáis con niños pequeños, analizar atentamente que os sale más a cuenta: si alquilarles una sillita homologada, comprarla al llegar allí -especialmente si sólo es un realce- o llevárosla de casa.

domingo, 4 de agosto de 2013

Hay para todos

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“Quina animalada!” fue lo primero que pensé el otro día, al volver a Menorca después de pasar quince días en el extranjero, desconectada de todo y de todos, y encontrarme con que los tres directores de IES de Mahón -que no de secundaria, como erróneamente se ha dicho, pues hasta donde yo sé en el CEPA Joan Mir i Mir, o Escola d'Adults de Maó, también impartimos dicho nivel educativo- habían sido suspendidos y que el bueno de Julián Hernández, delegado territorial de Educació, había dimitido un día antes de su prevista jubilación por haberse visto obligado a defender lo indefendible, cosa que al parecer hizo con gran honradez y dando una lección de dignidad de la que otros podrían tomar ejemplo.
Todo esto merece un análisis detenido y detallado, más allá de las primeras impresiones que me causó recién llegada a la isla, mientras devoraba los periódicos atónita, entre un mar de maletas por deshacer y con remordimientos de conciencia por no haber hecho la compra todavía.

En primer lugar, y aun siendo poco amiga de manifestaciones -quien me conoce sabe que las únicas aglomeraciones que me gustan son los conciertos-, huelgas -yo sólo creo en las huelgas “a la japonesa”- y demás tomas de posición públicas, quiero manifestar aquí mi desconcierto. ¿Qué sentido tiene cesar a los directores anteriormente mencionados cuando la última palabra sobre la aplicación práctica del decreto TIL la tiene el Consell Escolar de cada centro?
Por otra parte, he tenido el placer de trabajar con Marga Seguí, directora (cesada) del IES Joan Ramis i Ramis, y sé que es una persona razonable, dialogante y moderada. A los señores Jaume Bonet, director (cesado) del IES Cap de Llevant, y Rafel Andreu, director (cesado) del IES Pasqual Calbó, sólo los conozco de vista y por referencias, pero estoy segura de que han cumplido con su deber respecto al decreto TIL. No creo que ninguno de ellos se merezca un cese tan fulminante como inusitado. ¿Dónde está la presunción de inocencia en este caso?

Como ya dije en mi artículo “¡Ay, el inglés!” (publicado en esta misma sección el martes 16 de julio de 2013 y todavía legible a través de mi blog “Reflexions d'una secretària desesperada”): “aunque entiendo que a nivel organizativo y en las precarias condiciones actuales nos arriesgamos a que su aplicación inmediata siembre el caos en las aulas, considerándolo en abstracto, el decreto TIL no me parece mal. (...) la idea de repartir equitativamente y de forma alternada la mayor parte de las asignaturas de que consta el currículo de Primaria y Secundaria -con la sola excepción de las escuelas de adultos que, una vez más, se han quedado fuera- entre el castellano, el catalán y el inglés me parece no sólo buena, sino también justa y necesaria”.
En mi opinión, el problema no radica en el decreto en sí, sino en su aplicación inmediata, que es imposible por falta de profesores especialistas en Naturales, Sociales o Matemáticas con un nivel de inglés lo suficientemente bueno como para poder impartir sus clases en dicha lengua. El decreto TIL tendrá sentido cuando al menos una tercera parte del profesorado de cada centro sea capaz de hacerlo. No se trata de dar plazos desmesurados que inviten a tumbarse a la bartola. De hecho, la mayor parte de los profesores que conozco ya se han puesto manos a la obra, aunque sea a regañadientes, y están estudiando inglés por todos los medios a su alcance. Pero no es cuestión de meses, sino de algunos (pocos) años.
Quizá ayudaría que alguno de los políticos responsables del decreto TIL diera ejemplo pronunciando un discurso en inglés. Hasta donde yo sé -y que conste que me encantaría equivocarme, pido perdón a quien corresponda desde ya mismo-, ninguno de ellos tiene el B2 ni está haciendo los mismos esfuerzos que nosotros por obtenerlo. A la única que he oído hablar en inglés hasta el momento es a Esperanza Aguirre, ex presidenta de la Comunidad de Madrid.

Ya para terminar, me gustaría decir que un poco más de paciencia y sentido común no estarían de más en todo este espinoso asunto. Como menorquina nacida en Valencia, criada a caballo entre Madrid y Barcelona, casada con un italiano y capaz de expresarse indistintamente en tres lenguas, aunque ninguna de ellas sea el inglés, no puedo estar más en desacuerdo con los que piensan que el conocimiento de una lengua excluye al de las otras. El cerebro humano tiene una capacidad lingüística ilimitada, basta ejercitarla.
Por otra parte, y como profesora de Castellano que soy, quiero hacer notar que no sólo nuestro nivel general de inglés y de catalán -todavía insuficiente- son deficitarios. El castellano que se habla y se escribe en nuestras islas tampoco es como para tirar cohetes. Menos ombliguismo y más viajes. Menos tontería -llámase Wii, Facebook o WhatsApp- y más lectura. Lo ideal sería que imperaran la cultura, la tolerancia y las ganas de aprender. (Fin de la cita.)

viernes, 2 de agosto de 2013

¿Para qué sirven las vacaciones?




Dicen que para desconectar. Como no me gustan nada las metáforas informáticas, yo prefiero decir que sirven para "cambiar de aires". Pero, en los tiempos que corren, ¿es eso posible? ¡Sólo si no te llevas el teléfono ni el portátil, claro! A ver si adivináis dónde he estado yo...