Durante un par de minutos, volvió a cantar para él como
cuando eran jóvenes y soñaban con viajar por todo el mundo, colmándolo de
belleza. Él sería su representante y ella actuaría en los mejores teatros del
país, ante un público sensible y rendido ante su arte. Creadores de belleza,
eso es lo que querían ser; aquella sería su misión en la vida. Y, en cierta
manera, lo habían conseguido. Pero ni ella solía actuar en grandes teatros ni pasaba
de ser una sopranillo competente a la que sólo llamaban para dar la réplica en
un dueto a alguna cantante famosa, reforzar cuerdas de coro en grandes
producciones o rellenar el segundo reparto de una ópera. Quizá él tuviera más
suerte con sus lámparas modernistas y fueran realmente apreciadas.
-We
the spirits of the air that of human
things take care. Out of pity, now
descend to forewarn what woes attend…
Terminó su improvisada actuación repitiendo el estribillo
con acento lúgubre, como un espectro.
-Bravissima!
–exclamó él, batiendo las palmas en un sordo aplauso- Casi das miedo.
-La oscuridad ayuda a que suene más tétrico. ¿Sabes? Hace
unos años interpreté este mismo dueto a la luz de las velas, en una pequeña
iglesia románica del suroeste de Francia. Fue algo excepcional… ¡Jamás había
cantado tan bien! Y no creo que vuelva a hacerlo, el tumor me ha dejado bastante
desballestada.
Ambos volvieron a guardar silencio durante unos
instantes. Greatness clog’d with scorn
decays, with scorn decays, with the slave no Empire no,
no, no, no Empire stays.
-¿Tienes hijos? –preguntó ella, deteniendo su mirada
sobre los dos niños magrebíes con los que compartían compartimento, que dormían plácidamente junto a su madre.
-Tengo una chiquilla de once años, el año que viene irá
al instituto, pero apenas la veo. Su madre no hace más que ponerme pegas.
-¡Vaya! Lo siento.
-Ya ves, cosas que pasan. De hecho, creo que nunca figuré
entre sus planes.
-¿Cómo se llama la niña?
-Lucía.
-Un nombre precioso.
-Ella también lo es. ¿Y tú…?
-Yo no tengo hijos. Al parecer, mi marido y yo no éramos
incompatibles en ese sentido. Supongo que por eso acabamos separándonos.
-¿Era tu representante?
-No, ni siquiera le gustaba la música. La verdad es que regentaba
una farmacia.
Sin saber muy bien por qué, ambos se echaron a reír al
mismo tiempo.
-¿Un farmacéutico? –inquirió él, tratando de contener las
carcajadas.
-¡Un farmacéutico, sí! –repuso ella en pleno ataque de
hilaridad- ¿Qué te esperabas?
-Nunca te habría imaginado casada con alguien que no
tuviera relación con la música…
-La verdad, yo tampoco –confesó mientras se secaba las lágrimas
con una esquina de su pañuelo-. ¿Aún eres fiel a nuestra vieja y querida ciudad?
-Pues claro –afirmó con orgullo-. Y tú, ¿dónde vives
ahora?
-Tengo un pequeño apartamento en un burgo medieval
rehabilitado, cerca de Pamplona. No es muy espacioso, pero…
-¿Por qué me dejaste? –la interrumpió él.
-¿Cómo?
-Ya me has oído –añadió endureciendo su tono de voz.
¿Cómo había podido ser tan ingenua?, ¿cómo había podido
pensar ni por un momento que se libraría de su interrogatorio? Los perros de
caza jamás sueltan su presa. Cease to
languish now in vain since never be loved again. Al
contrario de lo que parecía haberle sucedido a él, con el correr de los años tenía
la sensación de haberse ido volviendo cada vez más frágil, y tan transparente
como el cristal; ya ni siquiera se sentía segura de su talento, que en ocasiones
se le antojaba únicamente fruto de la técnica.
-No lo sé. Quizá porque me querías demasiado –aventuró
con voz temblorosa.
-¿Y eso es malo?
-Con veinte años puede llegar a parecer peligroso.
Al escucharla decir esto, él se encerró en un mutismo
teñido de rencor.
-Oye –le espetó tras unos instantes de indecisión,
inclinándose hacia él y apoyando una mano sobre su rodilla-, ¿qué más da eso
ahora? ¡Han pasado veinte años! No seas chiquillo, no le des más vueltas.
-Nunca he querido a nadie tanto como a ti –confesó él,
ablandándose.
-Ni yo –se oyó decir a sí misma con estupefacción-.
Pero, ¡a quién le importa eso ahora…!
Primer capítulo en: "Nosotros, los fantasmas (I)"
Segundo capítulo en: "Nosotros, los fantasmas (II)"