Traducción

lunes, 9 de febrero de 2015

La canción de Clavileño


A mis encantadoras alumnas de Literatura Universal.

Ilustración (grabado) de Gustave Doré
            Llueve sobre mojado. Y son tantas las cosas que se pueden hacer en una tarde tonta como ésta: devorar un novelón, ponerme al día con Víctor Ros, jugar con los niños… o incluso redactar mi próximo artículo para el Menorca. Casi sin querer, pienso en quien nunca lo tuvo fácil, en quien no llegó a conocer la comodidad de escribir a ordenador, arrellanado en un sofá, bien arropado por una mantita de lana, con la calefacción puesta, los hijos berreando a su alrededor y los gatos roncando impasiblemente mientras fuera caen chuzos de punta y hace un frío entumecedor. Pienso en aquel de cuyo nombre no quiero acordarme, pienso en Miguel de Cervantes –o Cerbantes, como se firmaba él- Saavedra, que concibió el Quijote desde la cárcel, en la que se encontraba recluido por lo que ahora llamaríamos “apropiación indebida de fondos estatales” durante la época en que trabajó de recaudador de impuestos y comisario de abastos. (Para escuchar la banda sonora más adecuada para esta entrada mientras sigues leyendo, clica aquí: "Folías de España", Jordi Savall)

            Pero Cervantes no pertenece a la estirpe de los grandes escritores criminales, como François Villon (1431-1473), ilustre poeta, ladrón y asesino francés, del que se perdió todo rastro tras serle conmutada una condena a morir en la horca: sencillamente desapareció. O como el parlamentario inglés Thomas Malory (1416-1471), insigne ladrón, violador y autor de La muerte de Arturo, la más influyente refundición de la “materia de Bretaña”. O como su compatriota Christopher Marlowe (1564-1593), reputado dramaturgo y contemporáneo de Shakespeare -hay quien afirma que “Shakespeare” no era más que un pseudónimo de éste-, quien falleció víctima de un oscuro lance tras haber sido acusado de “homicida, espía, ateo y homosexual”, no necesariamente por este orden.
            Por no ser, Cervantes ni siquiera fue un criminal comparable a los tres que acabo de citar, sino tan sólo un choricillo de poca monta, un desgraciado que malvivía a costa de los empleos menos lucrativos y al que todo el mundo a su alrededor exprimía sin piedad, empezando por su editor, un tal Juan de la Cuesta, que se enriqueció con la publicación del Quijote mientras el propio autor no recibía más que las migajas de su éxito, y acabando por las mujeres de su familia, apodadas “las Cervantas” por la dudosa moralidad de que hacían gala “recibiendo caballeros hasta altas horas de la madrugada”, según rezan las actas de un proceso judicial en el que se vieron envueltas en el ejercicio de su profesión. Por no hablar del copiota de Avellaneda...
            Su mala suerte era tan proverbial que, si hubiera puesto un circo, le habrían crecido los enanos. Cervantes quiso ser soldado y un tiro de arcabuz le inutilizó la mano izquierda durante la batalla de Lepanto (de ahí su sobrenombre). Una vez licenciado, y portando varias cartas de recomendación que habrían de procurarle un buen empleo a su regreso a España, los piratas berberiscos apresaron la galera en que viajaba y lo confinaron en “los baños de Argel” durante cinco largos años, en los que intentó escaparse en varias ocasiones. Precisamente por culpa de esas mismas cartas que tendrían que haber labrado su fortuna, los piratas lo tomaron por un personaje importante y pidieron un rescate desproporcionado para un pobre pelagatos como él. Tuvieron que rescatarlo los frailes trinitarios –una especie de ONG de la época- a base de colectas.
            Trató de sentar cabeza y su matrimonio fracasó rotundamente, separándose de su mujer a los dos años de casados y sin llegar a tener descendencia legítima. Luego quiso ser dramaturgo, como el chuleta de Lope, que escribía comedias con la misma frecuencia con que se cambiaba de camisa y ligaba con las actrices más pechugonas, pero ninguna de sus obras teatrales –trabajosamente redactadas- duró más de una semana en cartel, por lo que se le consideraba algo así como “veneno para la taquilla”.

            Mucho se está diciendo sobre Cervantes este año, en que se cumplen cuatrocientos años de la publicación de la segunda parte del Quijote. Hay quien, para celebrarlo, lo ha modernizado borrando de un informático plumazo las historias intercaladas en que tanto se recreaba su autor. Hay también quien busca su inspiración en personajes reales de la época y quien revuelve huesos tratando de identificar sus restos mortales. Esto último me parece especialmente absurdo. ¿Por qué, para qué? ¿Qué haremos cuando los hayamos encontrado, clonarlo...? Lo más probable es que acabemos enterrándolo de nuevo, aunque sea en pompa magna, en un alarde de tontuna necrófila tan sólo comparable al que llevó a los sufridos contribuyentes estadounidenses a financiar la búsqueda de la avioneta en que se hundieron John John Kennedy, su mujer y una hermana de ésta… ¡para poder esparcir sus cenizas en el mismo océano del que habían extraído previamente sus cuerpos!
            De eso precisamente va el Quijote, del abrupto contraste entre realidad y fantasía, delirio y lucidez. Don Quijote ama a Dulcinea del Toboso, que él imagina como una bellísima dama de alta alcurnia, aunque se trate de una porqueriza peluda y desaseada. Mientras que Clavileño no es más que un triste caballito de madera.

(Continuación en "Cincuenta sombras de Cervantes".) 

14 comentarios:

  1. Como siempre, tu humor sentido la de realidad, ME ENCANTA!, lúcida visión que nos quita vendas... pues no sabía yo de la vida tan normalita que llevó Cervantes! ...y de los (chupones) que tenía a su alrededor, (vamos como ahora!). Gracias! y las Folias... me encantan con esas castañuelas.... tatatá, tatatá, se me mueve el body.... con la guindilla final del recordatorio de que la "locura humana" anda siempre cerca de nos.... GraciasAna !!!!

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    1. ¡Mil gracias por comentar! Con más lectoras furibundas como tú y como yo el mundo iría de otra manera. "Yo soy la locura..."

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  2. Había leído por encima algunas de estas historias (François Villon, Marlowe, Cervantes...) pero tu versión me gusta mucho más. A veces las vidas de los autores prestigiosos se relatan con tanto pudor que no se entera uno de nada.

    Ahora que he madurado un poco me he propuesto volver a leer El Quijote, solo falta que venda mi televisor y corte mi conexión a internet para volver a ser dueño de mi tiempo.

    ¡Ah, sí! y estoy de acuerdo en que no hace ninguna falta que desentierren sus huesos. No es ningún santo ni me tienta la idea de adorar sus reliquias. Sus obras están al alcance de todos y son un vestigio mucho más útil para saber quien fué.

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    1. Los "pingos" de Cervantes son, sin duda, poca cosa comparados con los de personajes tan poco recomendables como Caravaggio o Arthur Rimbaud, pero "airearlos" mediante uno de mis artículillos me parecía necesario no sólo para humanizar al autor, sino sobre todo para facilitar la comprensión de su obra.
      ¡Ah! Y tener tele y conexión a Internet no son excusa para no haber leído el "Quijote". Que yo sepa, ninguna de las dos se enciende sola.

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  3. Perdona, Ana Gomila, tiempo ha que leí Las Aventuras del ingenioso hidalgo, más era yo joven y tierno, que ambas cosas vienen a menudo a ser una misma, e hizoseme largo y de menos provecho que otras obras más propias del tiempo en que se encontrara mi vida como el "Tarzán" de E.R. Burrows, o "Los cinco y el tesoro de la Isla" de E. Blynton.

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    1. Perdóneme usted una vez más, señor. Por culpa de una lectura apresurada en mi móvil ultramontano y cutrísimo, había entendido que no había leído el "Quijote" jamás de los jamases, cosa que no obedece a la verdad, lo cual es digno de encomio.
      Sin más que añadir, le deseo un buen apagón tecnológico que lo "obligue" a darle una nueva oportunidad al libro, ya que en la primera ocasión no acabó de conquistarle. Si viviera en Menorca, estaría acostumbrado a ellos y los aprovecharía al máximo pero, estando en Madrid, supongo que es casi imposible que suceda.

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  4. http://www.corriere.it/cultura/15_marzo_17/madrid-conferma-trovati-resti-cervantes-64546f38-ccab-11e4-a3cb-3e7ff6d232c1.shtml
    Cara Ana,
    ti rinnovo la simpatia per i tuoi articoli: appassionati e appassionanti, sempre.
    Giusto per qualche aggiornamento
    "... L’anno prossimo la cripta sarà aperta al pubblico per la prima volta da secoli, in occasione dei quattrocento anni dalla morte di Cervantes" come dire, per l'anniversario della sua morte (gli esperti archeologi avallati dagli storici, i titolari della cripta del convento) hanno pensato di farsi un regalo con l'incasso dei biglietti dei "necroturisti" :O
    «Sono molte le coincidenze e poche le discrepanze» che mi inducono ad fare questa affermazione :)
    ciao e buona vita

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    1. Cara Silvana, sei un amore!! Sapevo della necronotizia del necroritrovo e mi sembra così assurda come a te. Infatti sono dell'opinione che i morti vanno lasciati stare nel luogo del loro decesso, che si chiamino Cervantes, F. García Lorca o Pinco Pallino. Forse il mio prossimo articolo (che dovrei consegnare in questi giorni) verserà proprio su questo argomento...

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    2. Mi piace ;) spero di leggerti presto.
      baci multipli.silvana

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    3. Fatto! Si chiama "Cinquanta ombre di Cervantes" ed è l'ultimo post del mio blog. :-*

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  5. Leo el artículo (otra vez) y me pregunto cómo he consentido privarme de ésta ingeniosa lectura durante tantos meses. Gracias Ana, ha sido un placer aprender de ti. Volvere!

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    1. ¡Vuelve, por favor, vuelve! Me alegro de que te haya gustado el "Quijote", así como mi humilde Literatura Universal. Aunque con alumnas como vosotras, es muy fácil resultar didáctica: aprendéis solas. No perdáis la curiosidad; es de lo más útil en esta vida. Sirve, sobre todo, para ser feliz.

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  6. Hola Ana! Nos encantó compartir la clase de literatura del pasado Lunes contigo, un placer conocerte y escucharte.
    Tal como recomendaste, hago la lectura de este post, eso sí, como tu escritura es tan amena y le estoy cogido el gusto a esta materia, me parece a mi que me le voy a dar un repaso a tu blog de principio a fin!
    Pd: la música que recomiendas para la lectura es realmente acertada!Me ha parecido estar allí mismo, casi casi acompañando a Don Quijote.

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    1. ¡Hola, Vicky! Y encantada de conocerte/conoceros. Me alegro mucho de que te haya gustado "La canción de Clavileño". En ese caso, es probable que "Cincuenta sombras de Cervantes" te interese. Échale un vistazo cuando tengas un ratito, si te apetece.
      En cuanto a "Yo soy la locura" como banda sonora para acompañar esta entrada, a mí también me pareció de lo más acertada. En primer lugar, porque es de la misma época que la novela. En segundo, por el título, tan quijotesco... Y por último, por la sentida interpretación de la inolvidable Montserrat Figueras, que Cervantes la tenga en su gloria. ;-)

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