Traducción

jueves, 17 de septiembre de 2015

Jardín cerrado

Un agradable lecho de hierba (por cortesía de La Repubblica)
            Dos años largos han pasado desde que mi “delicioso” jardín sus puertas al público. La propuesta de Josep Pons Fraga, entonces director de Última Hora Menorca y actual editor de Menorca Es Diari, tras echar una ojeada casual a mi blog, fue de lo más halagadora y tan abierta que me produjo cierta sensación de vértigo: “Posam les pàgines d'UHMENORCA a la teva disposició per si tens il.lusió en dur endavant una secció d'opinió com a col.laboradora. Lògicament, la temàtica és lliure. Ho deixam al teu criteri, amb plena llibertat d'expressió”. Tanta libertad es el sueño de cualquier columnista que se precie, aunque sólo sea un simple aficionado como yo, pero por otra parte resulta inquietante. Muchas eran las preguntas que me asaltaban: ¿Lo haré bien? ¿Y ahora de qué hablo? ¿Hasta qué punto puedo ser personal, sincera, peleona...? ¿He de adaptarme a los presuntos intereses de los lectores, o bien tratar de contagiarles mis propios gustos?
            Acordé con Josep que mis colaboraciones serían quincenales, que se publicarían bajo el paraguas genérico de “El jardín de las delicias” –como homenaje a la miscelánea homónima de Francisco Ayala, que tanto me gusta- y que abarcarían unos 4.200 caracteres. Pero no fue hasta la fusión del Menorca Diari Insular y el Última Hora isleño cuando mis artículos empezaron a aparecer junto a una fotografía mía y el apelativo de “Novelera” con el que a menudo me toman el pelo mis amigos y conocidos desde entonces, que elegí tras descartar el de “Profesora” que me proponía el periódico, ya que me parecía más bien pedantesco –yo sólo me siento profesora en clase, una vez fuera del aula no puedo ni quiero dar lecciones de nada-, y el de “Lletraferida”, que me había birlado otro colaborador.

            Mucho ha llovido desde entonces, pero aún más días soleados han lucido desde aquel martes 21 de mayo de 2013 en que apareció mi primer artículo, intitulado precisamente “El jardín de las delicias”. Dos semanas más tarde salió la primera entrega del folletín “Crónica del halconero” y sufrí el primer cariñoso ataque de una fan enfurecida por haberla dejado con la intriga de saber cómo terminaba.
            Tras “Crónica del halconero II y III”, empecé a publicar artículos sobre los temas más peregrinos, llevada por la inspiración del momento: varios sobre el TIL (no siempre ni del todo en contra), literatura (los más numerosos, empezando por uno de mis preferidos: “Wilkie Collins con hielo”), contra la LOMCE y su decidido propósito de acabar con la Música y la Educación Plástica, Albert Camus y el exilio menorquín en Argelia (“Camusiènne”, “Todo era perfecto I y II”), retórica, propósitos navideños, el aborto (“Un mal necesario”, que fue uno de mis artículos más celebrados hasta por quien no estaba de acuerdo), mi idolatrado Purcell (“Purcell F.C.”), la abominable Ley de Extranjería del PP (“¡Alto ahí, forastero!”), los escritores represaliados durante y tras nuestra guerra civil (“Verde que te quiero verde”), algunos lugares en los que he vivido y he sido feliz (Madrid, Barcelona, Roma, Menorca…), las huellas del tiempo (“Aquel trueno”), la importancia de tener una mente bien amueblada, pedagogía y enseñanza, el sistema educativo finlandés (“Algo huele a podrido en Finlandia I y II”), el Mediterráneo (“Mar de mares”), otro folletín llamado “Nosotros, los fantasmas” (una adaptación del cual ha sido emitida por radio recientemente), ortografía (“Perdón imposible, ejecución inminente”), los superventas (“¡Suéltame, bicho!”), Agatha Christie y mi indisimulada anglofilia (“It’s English time” y tantos otros), los grandes tíos buenos de la historia de la literatura (que aparecen citados en “El rayo de luna”), la dificultad de salir de la isla (“#nosinmisecador”), el terrorismo islamista (“Doble rasero”), Cervantes (“La canción de Clavileño” y “Cincuenta sombras de Cervantes”), las alergias, Sant Jordi, el amor a los cuarenta (“¿Continuará?”), las danzas de la muerte (“Pasacalle de la vida”), la sinestesia (¿A qué huele mi isla?” o “Verde carruaje”), las campañas de fomento de la lectura, la génesis de Frankenstein (“El verano del fin del mundo”)… hasta llegar al de hace dos semanas, sobre los Proms de la BBC. Si a alguno de ustedes le apetece repescar viejas lecturas o aturdirse con semejante batiburrillo, todos estos artículos y muchos más siguen estando accesibles a través de mi blog, cuyo enlace encontrarán al pie de estas líneas.

            Hoy este jardín cierra durante al menos un par de mesecillos para atender las obras de ampliación (familiar) que nos esperan de forma inminente. Con la insensato optimismo que me caracteriza, espero encontrarlo florido a mi regreso, aunque sea a las puertas del invierno… Visítenlo cuantas veces quieran, mi jardín es el suyo, pero acuérdense siempre de cerrar la cancela con cuidado para no despertar al bebé que duerme. ¡Chist!

2 comentarios:

  1. Mucha suerte con esa "ampliación familiar" Ex-secretaria desesperada. Un abrazo desde Madrid.

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