Charles and Sebastian |
Propósitos
de Año Nuevo, ¡ja!, seguro que tú también te has hecho alguno. Si nos fijáramos
objetivos realistas y concretos en lugar de las típicas bobadas, como dejar de
fumar -¿y para eso necesitas cambiar de año?, ¿a qué esperas?- o salir a correr
todos los días, no los traicionaríamos tan a menudo.
Yo
soy consciente de que jamás inventaré ni descubriré nada que suponga un avance
para la Humanidad, pues soy tan torpe que hasta me cuesta descorchar una botella
sin ayuda. Pero, sin embargo, se me da bien lo artístico y, especialmente, lo
literario. Para el 2014 me he propuesto culturizar a todo el que se me ponga a
tiro, como los sufridos lectores de esta sección, o no le quede otro remedio,
como a mis pobres alumnos.
Cuantos
más años tienes, menos te andas con disimulos. Lejos quedaron ya los “tiempos
del borreguito”, también llamados “adolescencia”; los tiempos en que deseabas
ardientemente fundirte con la masa, camuflarte entre tus amigos, anular
cualquier diferencia -por positiva que fuera- que pudiese hacerte destacar.
Leer
no estaba ni está socialmente bien visto en nuestro país. No pasa nada por
pasarte el día colgado de las redes sociales o aporreando una consola, pero leer es
de friquis canijos y granujientos con gafas de culo de vaso. La gente que mola
no tiene tiempo para leer –aunque sí de ver la tele, actualizar su perfil de
Facebook o bajarse pelis pirata-. Leer es de gente pedante y asocial. Pensadlo
por un momento: no es lo mismo ir diciendo por ahí “Ayer me quedé despierto
hasta las dos de la madrugada, pero valió la pena porque por fin llegué a la
pantalla final de Assassin’s Creed”
que “Ayer me quedé despierto hasta las dos de la madrugada, pero valió la pena
porque por fin conseguí terminarme Guerra
y paz”. ¿A que no es lo mismo? Lo primero queda bien, para según quién es
incluso loable y digno de admiración. Lo segundo descoloca al oyente, que no
sabe si hacer oídos sordos o llamarte pedorro a la cara.
Que
te guste leer es incompatible con el WhatsApp y artefactos similares. Ningún
ratón de biblioteca que se precie puede quedar indiferente ante semejante sarta
de banalidades y cotilleos mal redactados, pésimamente puntuados y con la
ortografía bajo mínimos. ¿Alguien puede explicarme por qué a la hora de
escribir un “guasap” hay que fingir no haber pisado nunca un colegio? Yo os lo
diré: porque escribir bien no mola nada. Sólo hay que echar un vistazo a los tweets de nuestros famosos para
comprobarlo. Pero, ¿es que no les da vergüenza ser tan cafres? Los tweets de Obama o de lady Gaga, sin embargo,
por citar dos ejemplos extremos, son un dechado de perfección formal a pesar de
que la ortografía anglosajona es infinitamente más enrevesada que la nuestra.
Para
el 2014 me he propuesto seguir culturizándome y culturizar a todo el que se
deje en la medida de mis posibilidades. Así que el que no quiera hacerlo… ¡que
pase a Deportes! (Es una broma, compañeros de la sección deportiva, no os lo
toméis a mal.)
Ya
para terminar, me gustaría recomendaros un par de libros y una serie televisiva
que he descubierto siguiendo la deriva anglófila impuesta por el TIL. Se trata
de Las ovejas de Glennkill, de Leonie
Swann, una divertidísima novela en la que un rebaño de ovejas irlandesas investiga
el asesinato de su pastor capitaneadas por una tal Miss Maple (sic); Un paraíso inalcanzable, de John
Mortimer, el mordaz retrato de una familia británica a lo largo de varias
décadas, y El amante de lady Chatterley,
disponible en versión original a través de YouTube.
Esta
última es la adaptación televisiva que el escandaloso Ken Russell hizo de la no
menos escandalosa novela del mismo nombre en 1993. La novela de D.H. Lawrence
fue publicada en 1928 e inmediatamente censurada en numerosos países por culpa
de su argumento lujurioso. La serie no es del todo fiel al original literario,
pero me atrevería a decir que incluso lo mejora, dado que elimina un montón de
disquisiciones pseudofilosóficas contenidas en la novela que, en mi opinión, han
envejecido fatal. Estéticamente está muy cuidada y su banda sonora es excelente,
quizá un poco repetitiva. Además, te obliga a practicar inglés –aunque
reconozco que el guardabosques libidinoso es difícil de entender, ya que habla
en el dialecto de las Midlands-, y está muy bien interpretada por una atractiva
Joely Richardson y un pletórico Sean Bean.
“Soy
consciente de que jamás inventaré nada que suponga un serio avance para la
Humanidad”, dijo Sebastian en Retorno a
Brideshead, “pero puedo tratar de hacerla más hermosa, ¿no crees?”.
Para ver El amante de lady Chatterley (serie televisiva de 1993) en versión original:
Capítulos 1 y 2
Capítulos 3 y 4
Para ver El amante de lady Chatterley (serie televisiva de 1993) en versión original:
Capítulos 1 y 2
Capítulos 3 y 4
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