Uno de mis seres queridos afirma que en Menorca todos somos un poquito
artistas. Que en comparación con su pueblo, aproximadamente de las mismas
dimensiones que Es Mercadal, y donde las únicas aficiones que tiene la gente
mayor son ver la televisión e ir a misa, nuestra isla es un auténtico hervidero
de cultura. Aquí, el que no canta escribe y el que no actúa pinta. Obviamente,
no todos los días podemos gozar de la actuación de grandes figuras de la
lírica, por poner un ejemplo que me toca de cerca. Pero, si algunas han salido
de aquí –pienso en Joan Pons o Simon Orfila-, es precisamente porque el
fermento cultural del que hablaba anteriormente lo propicia. Aunque no
imposible, es difícil que un artista de primera categoría salga de la nada más absoluta:
en el desierto sólo florecen cactus.
Siguiendo con el ejemplo
anterior, no es muy habitual que –según una estadística fidedigna- más del 10%
de los menores de edad residentes en un determinado territorio estudie música,
como sucede aquí; sea en el Conservatorio, en academias privadas, en plan
autodidacta o en nuestras magníficas escuelas municipales, de las que tan
orgullosos creo que deberíamos sentirnos. No creo que en ningún otro lugar del
país haya un nivel musical equiparable, que quizá no destaca por su excelencia,
aunque sí por su universalidad.
E incluso mejor que el
frío dato estadístico que acabo de citar, es el hecho de que muchos de esos
“niños con un instrumento a cuestas” –basta apostarse en las inmediaciones del
claustro de El Carme de Maó por las tardes para ver cuántos son- sigan
interesándose por la música una vez convertidos en adultos serios y
responsables. ¿Alguien se ha parado a contar cuántos coros y agrupaciones
corales de todo tipo existen en Menorca? Sin pensarlo demasiado, se me ocurren
más de diez. De hecho, casi todos los fines de semana hay varios conciertos
programados contemporáneamente. Y no sólo de música clásica, eh, sino también
de música pop, rock, heavy, jazz, góspel o canción tradicional. Como dicen los
italianos, “non ci resta che l’imbarazzo della scelta” (sólo nos queda el apuro
de la elección). Por no hablar de la semana de la ópera, que sigue registrando
un llenazo total primavera tras primavera aun a pesar de la crisis... Todo ello
demuestra que nuestra afición por la música no es algo puramente decorativo y
al alcance de unos pocos elegidos, como aporrear el piano para las muchachas de
buena familia, sino una especie un rasgo distintivo de los menorquines.
Aunque lo más hermoso es
sin duda ver la composición de alguno de los coros que he nombrado: una
variopinta mezcla de obreros, campesinos, jubilados, amas de
casa, trabajadores por cuenta propia y funcionarios. Yo he visto ensayar a más
de uno con su uniforme de trabajo, lo que demuestra se puede cantar tan
dignamente con un mono azul salpicado de pintura al agua como embutido en un
esmoquin. De hecho, probablemente sea más cómodo…
Y lo mismo vale para el
resto de las Artes. Como dice ese ser querido al que citaba al principio de mi
artículo, Menorca está llena de pintores, escultores, fotógrafos, poetas y
actores aficionados. ¡Basta echar un vistazo a nuestro alrededor para darnos
cuenta!
Cuando el arte se
convierte en algo cotidiano, crear está al alcance de cualquiera. Y para
muestra, un botón: el año pasado tuve un 4º de ESPA especialmente numeroso que,
en principio, no parecía contar con muchos artistas, ni tan siquiera
aficionados, entre sus filas. Cuando su profesor de Catalán y yo, que además de
ser su entusiasmada tutora les impartía Lengua Castellana y Literatura, les
propusimos grabar un cortometraje sobre el bilingüismo remotamente inspirado en
Romeo y Julieta, pensábamos que nos mandarían a paseo por absurdos y
ambiciosos. Sin embargo, no sólo se prestaron a hacerlo, sino que además quedó
fenomenal (en gran parte gracias al dominio técnico del montador, albañil de
profesión). Se llama “Julieta Calatrava y Romeo Riudavets”, y todavía está
colgado de la Red para quien lo quiera ver (Julieta Calatrava i
Romeu Riudavets). ¿Habría sido posible si viviéramos rodeados de gente que
en su tiempo libre no hace más que ir va a misa y ver la televisión?
Me ha encantado lo de aporrear el piano. A mí se me daba de perlas. ;)
ResponderEliminarMuy buena reflexión! Además gracias a tantos aficionados en la isla se puede escuchar obras en directo. Y tienes razón: de decorativo nada, aquí se vive la música con mucha pasión...sea el nivel que sea...
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tu aportación! Y sigue "apasionándote" con la música, por favor...
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